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Defensorías de Niñas, Niños y Adolescentes Sembradoras de Esperanza

noviembre 30, 2006

Defensorías de Niñas, Niños y Adolescentes Sembradoras de Esperanza y Justicia frente a la Violencia Sexual Infantil

El próximo 20 noviembre, en atención a la Resolución Ministerial Nº 302-98-PROMUDEH, se celebra en nuestro país el “Día de la Defensoría del Niño y el Adolescente”; fecha que coincide con el 17º aniversario de la aprobación por parte de la ONU de la Convención sobre los Derechos del Niño. 

Es meritorio que ambas fechas coincidan, en razón a que las Defensorías del Niño y el Adolescente (DNA) se han constituido en instancias vivas de promoción, defensa y vigilancia de los derechos que la legislación reconoce a niñas, niños y adolescentes, siendo la Convención sobre los Derechos del Niño el baluarte de los derechos humanos de ellas y ellos.

Al 24 de julio del presente año, según la Base de Datos de la Sub Dirección de Defensorías del MIMDES, existían 1,719 DNA en el Perú distribuidas según sus diversos modelos, entre ellos: municipales, escolares y comunales. Es de resaltar que se trata de un servicio gratuito.

En esta oportunidad queremos reflexionar sobre el esfuerzo que las DNA hacen para sembrar esperanza y justicia frente a uno de los más graves problemas que azota a nuestra niñez y adolescencia, el de la violencia sexual.

Según estadísticas que figuran en la página web del MIMDES, durante el año 2005, 238 DNA derivaron ante las instancias pertinentes 951 presuntos atentados contra la libertad sexual.

La importante presencia de las DNA en todo nuestro territorio nacional ha conllevado a que éstas reciban en primer término las denuncias de casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes; significándoles todo un reto, porque sus defensores y defensoras tienen que realizar intervenciones en crisis, ya que las personas que buscan apoyo se suelen encontrar en un estado de gran desorganización emocional, perturbación, con dificultad de evaluar objetivamente las circunstancias e incapacidad para manejar la situación y tomar decisiones; presentando sentimientos característicos de miedo, angustia, impotencia o rabia.

Las DNA intuitivamente – porque nos  atrevemos a decir que lamentablemente muy pocas han sido adecuadamente entrenadas para intervenir en estados de crisis frente a casos de abuso sexual infantil – en esos momentos buscan informar, apoyar y proteger a la niña, niño o adolescente afectada,(1) así como estabilizar a su familia, logrando que puedan reducir tensiones y que encuentren alternativas para afrontar la situación. Estos objetivos los llevan a cabo a través del análisis de las dimensiones del problema, la consideración de las posibles soluciones, la ejecución de una acción concreta y el seguimiento.

Asimismo, las DNA tienen que dar soporte a todas las tensiones y conflictos que se generan en la niña, niño o adolescente afectada y su entorno, en relación a interponer o no la denuncia ante la Comisaría o Fiscalía, sobre todo cuando el abusador es un miembro de la familia. Además, porque existe una desconfianza de víctimas y familiares en las instituciones judiciales por tantos casos de impunidad. Así pues a Defensoras y Defensores no les debe resultar nada fácil comprender todas las ambivalencias de emociones que se suscitan en la red familiar (temores, vergüenzas, culpas), ya que suele pasar por ejemplo que las madres, se inhiban o dilaten la denuncia ante la instancia respectiva, expresando sentimientos de temor o culpa fuertemente ligados a una relación de dependencia emocional y económica hacia el agresor, que en un número significativo de casos resulta siendo su pareja.

Adicionalmente, está el empuje que las DNA tienen que poner a fin de tratar de movilizar todos los recursos locales para que actúen en red y brinden una atención integral y oportuna frente a este tipo de casos, especialmente para facilitar la administración de justicia. En este sentido, debemos reconocer de manera particular el rol que vienen cumpliendo las DNA en la generación de sistemas locales de atención integral a niñas, niños y adolescentes, haciendo realidad el funcionamiento del Sistema Nacional de Atención Integral al Niño y al Adolescente que legisla nuestro actual Código de los Niños y Adolescentes, Ley 27337.

Por otro lado, cómo dejar de resaltar la labor de movilización social que llevan a cabo las DNA para sensibilizar y comprometer a la comunidad para la construcción de una cultura de respeto y buen trato de nuestra niñez y adolescencia; y por ende, ayudando a que se visibilicen socialmente y que se puedan prevenir situaciones que vulneran sus derechos, como la violencia sexual; contribuyendo así al fomento de estilos y condiciones de vida saludables.Entonces, podemos concluir que las DNA son sembradoras de esperanza y justicia en el combate a la violencia sexual que afecta a nuestra niñez y adolescencia. Y precisamente por ello y como un reconocimiento a toda esta labor que realizan, urge – entre otras medidas a tomar- el entrenar a Defensoras y Defensores de DNA para  que  puedan prevenir y atender casos de violencia sexual con empatía y eficacia, cuidando también su propia salud mental.

María Guizado
Servicios CEDAPP

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