Nosotros

El lugar del juego en la escuela

Muchas personas producen logros en el terreno artístico o intelectual por los que reciben el reconocimiento de la sociedad. Esto no asegura que el sujeto se sienta realmente en contacto consigo mismo.»
Sonia Abadi 

«Ahora examinaré un rasgo importante del juego, a saber: que en él, y quizá sólo en él, el niño o el adulto están en libertad de ser creadores.» 
D.W. Winnicott

Quisiéramos empezar estas líneas haciendo una invitación a todos los maestros y maestras a reflexionar en torno a la cabida que le dan al juego en la educación de sus alumnos y alumnas, reconociendo la importancia de su acompañamiento en este proceso lúdico y de aprendizaje.

Sabemos todos y todas el papel fundamental que tiene el juego en el crecimiento saludable y en el desarrollo emocional de los niños, niñas y adolescentes, cumpliendo una especial función en el manejo de la agresión y la destructividad, siempre y cuando éstas sean procesadas y expresadas simbólicamente. Es en este proceso donde queremos resaltar la presencia de los maestros y maestras, en la medida en que esta presencia sostenedora facilita la comprensión necesaria de los elementos del mundo interno que vuelcan los niños, niñas y adolescentes en su jugar.  

Es así como el jugar cumple no solamente una función creadora, en la medida que involucra espontaneidad, libertad y originalidad, sino también permite el encuentro con uno mismo y con el sentimiento de existir como persona. Este encuentro con el propio sí mismo, posibilita a su vez el encuentro con un otro; instaurándose así la confianza con el entorno.

Es nuestra responsabilidad, desde nuestra labor con los niños, niñas y adolescentes, posibilitar y asegurar un ambiente que reconozca y dé lugar a los afectos y a las emociones, y en ese sentido, las escuelas son el espacio donde – sostenemos – se hace evidente la necesidad de reconocer la importancia de lo lúdico y afectivo en la educación de los alumnos y alumnas.

Es clave además, que maestros y maestras no solamente posibiliten el espacio para jugar, sino que también descubran su propia capacidad de jugar, involucrándose así en esta experiencia de libertad y de ilusión.

El juego como experiencia es un derecho propio… a través del juego transmitimos también ciudadanía, en la medida que constituye un ejercicio educativo. Maestros y maestras tienen la posibilidad privilegiada de hacer que los niños, niñas y adolescentes jueguen hoy saludablemente, construyendo así el camino a un juego civilizador serio y responsable en la vida adulta. Los y las saludamos por ello muy especialmente en su día.

Milagros Garay
Jefa de Proyecto
CEDAPP  

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