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En el Día de los Psicólogos y Psicólogas

Desde CEDAPP como organización de la sociedad civil que trabaja a favor de la salud mental infantil y, en el contexto de nuestro 30 aniversario de vida institucional, les proponemos algunas reflexiones sobre los “puentes” que podemos establecer entre estas dos celebraciones.

Los psicólogos y psicólogas como profesionales de la  salud mental –entre otros varios profesionales- tienen como tarea, facilitar el desarrollo psíquico saludable de las personas y, profundizar en la comprensión de los factores que contribuyen a ello, a lo largo de todo el ciclo de vida.

En este contexto, queremos detenernos en el tema de la salud de las y los trabajadores. Generalmente cuando se habla de salud en el ámbito laboral, se hace referencia a la salud física que puede verse afectada por algunas condiciones adversas del entorno, a riesgos que pueden ocasionar discapacidad o muerte.

Sin embargo, es mucho más raro que se hable de los riesgos emocionales que suponen algunas actividades laborales.  Por ejemplo, las experiencias de trabajo que tienen que ver con algún tipo de cuidado de los otros… más aún, de las y los otros que sufren; personas que han padecido algún tipo de violencia, que sufren de cáncer, SIDA  u otra enfermedad grave.  Con la diferencia que implica, por supuesto, el sufrimiento causado por factores “no humanos” de los causados por otras personas de nuestra misma especie, como es el caso de las violencias…

El impacto en el bienestar emocional y físico de los y las profesionales que atienden estas problemáticas difíciles o violentas ha sido nombrado de múltiples formas por diferentes autores. El primero en definir este problema fue el psicólogo Herbert Freudenberger, en 1973, quien utilizó el término Burnout o “estar quemado”, para referirse al estado de agotamiento, desgaste y fatiga psíquica acompañada de aflicción que se producía en los y las profesionales que trabajaban con drogadictos. Posteriormente, el Dr. Jorge Barudy utilizó el concepto “Síndrome de Agotamiento Profesional” (SAP), denominación que CEDAPP ha incorporado.

Recogiendo los elementos más importantes de las diversas denominaciones, definimos el SAP como “El proceso de agotamiento emocional y físico que se produce en los y las profesionales y otros u otras operadores que atienden personas afectadas por problemáticas graves y de fuerte carga emocional, casi siempre violentas, proceso que es vivido como una demanda excesiva y que afecta el rendimiento laboral y la calidad de la atención que ofrecen”.

Así, el SAP, va a afectar principalmente a los y las operadores de servicios sociales, es decir aquellas personas que ayudan a otros a sobrellevar situaciones límite, como las y los psicólogos, bomberos, profesionales de la salud y del ámbito legal, trabajadoras sociales, policías, jueces, promotoras comunitarias, etc.

Cabe resaltar que el adecuado abordaje de estos efectos no puede ser de exclusiva responsabilidad de las personas afectadas en tanto es una consecuencia de la gravedad de los problemas atendidos. Hay una dimensión de trabajo personal por cierto; tiene que ver con nuestra propia integración y fortaleza interna, con nuestra propia capacidad de vínculo y empatía. Pero, en las distintas experiencias internacionales que conocemos, encontramos algunas recomendaciones importantes que competen al ámbito institucional.

La primera es el espacio grupal. Es importante tener un equipo de referencia, organizado y valorado por la misma institución, con varias funciones: la discusión técnica de las intervenciones (en el ámbito clínico “supervisiones”), la complementariedad interdisciplinaria, el ajuste de procedimientos, etc. De igual forma es importante un espacio para abordar los efectos emocionales del trabajo y las formas con las que se están enfrentando.

Una segunda recomendación tiene que ver con la organización del trabajo desde el marco institucional. Los horarios de atención por ejemplo; se recomienda dedicar algún porcentaje de tiempo al trabajo preventivo, combinando atención con un trabajo que nos ubica en el campo de los factores protectores y la salud. Esta combinación permite afrontar  -entre otros-, los sentimientos de impotencia frente a los casos, generando alternativas y mecanismos para la prevención. Además, el conocimiento profundo de los casos y de los factores que intervienen en los problemas, permite ubicar mejor las propuestas preventivas.

Otro aspecto de la organización es el tiempo para sistematizar la atención. Revisar, conceptualizar, desarrollar modelos y metodologías es una tarea que facilita la toma de distancia de los casos, que facilita la tarea reflexiva que se requiere  para ser efectivos en las intervenciones y para cuidarnos en lo personal.

Una tercera recomendación tiene que ver con las condiciones laborales que, entendemos, no es lo mismo que la organización del trabajo antes descrita. Se refiere a los derechos de las y los trabajadores. Es decir, la extensión de sus horarios y los sobretiempos que muchas veces terminan siendo excesivos; las vacaciones que en el contexto neoliberal actual escasean con el sistema de “service”; la existencia de espacios físicos adecuados a la tarea que se va a realizar y a que algunas veces no permiten la privacidad y confidencialidad de la atención; finalmente, los equipos y maquinarias que pueden facilitar la eficacia en el cumplimiento de la tarea.

Son éstas las recomendaciones más importantes y que esperamos nos ayuden a reflexionar en estas dos fechas. Cabe agregar que poner la atención en estos temas es fundamental para comprender la salud integral de las personas de una forma realmente integral, que incluye los aspectos físicos, los emocionales y las íntimas interrelaciones que existen entre ellos.

Justamente, respecto al tema de la salud integral, es importante recordar que se acaban de cumplir dos años de la promulgación de los “Lineamientos para la Acción en Salud Mental” (MINSA 2004). Este documento da cuenta de la voluntad política del Sector Salud por reconocer y promover el rol fundamental de la salud mental en la salud integral de las personas, en todos los niveles de acción. Además, plantea esta tarea como una concertación intersectorial e interdisciplinaria, de interés de los sectores público y privado.  Psicólogos y psicólogas forman parte de este reto.

Saludamos a los psicólogos y psicólogas de manera especial en su día y, a todos los trabajadores y trabajadoras –no olvidemos también que el lunes es 1 de Mayo, “Día del Trabajo”-  apostando por un entorno laboral favorable a su salud integral.

María Julia Oyague Baertl
Asesora Temática
CEDAPP

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