octubre 16, 2006
La necesidad de proporcionar a los Niños, Niñas y Adolescentes una protección especial ha sido enunciada en la declaración de Ginebra de 1924 sobre los Derechos del Niño, así como en la Declaración de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de la ONU de 1959 (1).
Asimismo, otros instrumentos se han creado desde diversas organizaciones internacionales, pero el más representativo que aporta a la problemática de la niñez, es la Convención sobre los Derechos del Niño que inaugura un enfoque que por primera vez sitúa a los niños niñas y adolescentes como “sujetos de derecho” ante el Estado. Ello significa que sus problemas sean tratados como problemas sociales y políticos, y no solo como asuntos privados de la familia. La Convención también otorga el status de ciudadanía a las niñas, niños y adolescentes, con condiciones iguales ante la ley y con los mismos derechos.
En el Perú, la Comisión Nacional por los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (CONADENNA) cuyos orígenes se remontan al 12 de septiembre de 1991 viene realizando una serie de acciones orientadas a promover el respeto y defensa de los derechos de aquellas y aquellos. Una de estas acciones, es la celebración de la Semana Nacional por los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes (2), cuya actividad central es un Encuentro Nacional en el que se reúnen alrededor de 300 participantes cada año. Durante 10 años que se ha realizado este evento, la Comisión ha propuesto el tratamiento de temas tales como el derecho al nombre, educación, la participación, cultura de paz y buen trato.
Este año, el X Encuentro Nacional de Niñas, Niños y Adolescentes tuvo como eje temático el abuso sexual a esta población. Es así que nos parece importante regresar en torno a esta problemática, al impacto que genera en las víctimas; y a la sociedad en general, que se horroriza y prefiere cerrar los ojos, negando los hechos o tomando posturas, en algunos casos tan radicales como la de proponer la pena de muerte.
Entendemos por abuso sexual infantil toda actividad sexual que una persona, impone, ya sea con engaños, chantajes o fuerza, a un niño, niña o adolescente. En este sentido logramos ver que no sólo es el acto sexual en sí, sino también otras manifestaciones como caricias, tocamientos, insinuaciones, etc.
En nuestro país, de enero a mayo del 2005 se registraron 821 denuncias por abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes en los Centros de Emergencia Mujer del MIMDES de todo el país. Asimismo en el año 2004 se registraron en total 1795 casos. Estas cifras no son representativas de la situación real, puesto que la mayoría de los casos no son denunciados formalmente, sino que se instaura una dinámica del secreto, ya que contrariamente a lo que se supone, los agresores son en su mayoría familiares de las víctimas o personas cercanas a ellas, que aprovechan el afecto y la confianza que éstas les tienen para presionar de diferentes maneras de tal modo que no delaten lo que está sucediéndoles.
Esto hace que para los niños, niñas y adolescentes abusadas, el daño sea aún mayor, ya que se ve afectada su capacidad de confiar, la percepción que tienen de sí mismos y; sienta las bases para su posible participación en la repetición del ciclo de la violencia.
El mensaje central del X Encuentro Nacional referido fue “Romper el silencio”. Esto se puede entender de dos maneras; por un lado está la importancia de que los niños, niñas y adolescentes hagan escuchar su opinión, y por otro el tema de la importancia de romper con la dinámica del secreto denunciando situaciones de violencia sexual que les ocurran.
Las conclusiones del Encuentro plantearon 4 ejes centrales: autoridades, medios de comunicación, familia y sociedad. Propusieron acciones concretas para cada uno: las autoridades, en su rol fiscalizador, deben ser más drásticas con las sanciones; los medios de comunicación deben promover la difusión de programas educativos e información veraz, así como gestionar la transmisión de publicidad orientada a la prevención del abuso sexual. En cuanto a las familias, dada la importancia de éstas en la sociedad, deben contribuir a construir una sexualidad responsable y saludable, fomentando la comunicación entre padres, madres, hijas e hijos evitando que aquella se mantenga como un tema tabú.
Junto con esto que consideran de suma importancia para combatir el problema de la violencia sexual, los y las participantes resaltaron como indispensable, que ellos sean los primeros en cambiar. Afirmaron que ellos y ellas deben ser capaces de tomar conciencia de lo que está sucediendo y exigir desde su posición de estudiantes, miembros de una parroquia o de una comunidad, el respeto de sus derechos.
Reflexionemos un momento sobre esta última conclusión que los niños, niñas y adolescentes nos aportan. Consideramos que si bien es cierto que ellas y ellos deben ejercer adecuadamente su autocuidado, que incluye acciones de defensa de sus derechos; creemos que es importante enfatizar que esto será posible solamente si las personas adultas de su entorno las y los protegen y promueven su socialización respetando las características de su momento de desarrollo. Es decir, la responsabilidad fundamental de la prevención de la violencia sexual es de las personas adultas. Para ejercer esta responsabilidad deberán prepararse y generar los mecanismos necesarios para garantizar el desarrollo saludable y sin violencia de niñas, niños y adolescentes.
Shirley Almeyda
Natalia Incio
María Chunga
Ronald Rodríguez
Javier Urbina
Practicantes del CEDAPP