septiembre 15, 2006
La Policía Nacional del Perú es una institución del Estado
creada para garantizar el orden interno, el libre
ejercicio de los derechos fundamentales de las personas y el normal desarrollo de las actividades ciudadanas…”(1)
Para la atención y prevención eficaz de problemáticas graves como las diferentes formas de violencia, es preciso trabajar de manera articulada con diferentes actores de la sociedad, los cuales tienen un rol definido e importante que desempeñar.
La Policía Nacional del Perú (PNP) es un actor fundamental si tomamos en cuenta la finalidad con que fue creada, ya que en casos de personas o grupos que presentan dificultades para ponerse los límites necesarios que permitan el respeto de derechos hacia si mismos y hacia los otros; cuyas familias y grupos sociales han sido rebasados en esta capacidad; es necesario que la sociedad a través del Estado les ponga esos límites iniciando así el proceso de rehabilitación de quienes presentan las dificultades y garantizando a la sociedad “el libre ejercicio de los derechos fundamentales de las personas y el normal desarrollo de las actividades ciudadanas…”
Ahora bien, cumplir esa función en sociedades como la nuestra, con poblaciones mayoritariamente violentadas de diversas formas, debe ser más que un reto. Más aún si se tiene en cuenta que las y los representantes de esta institución cumplen su labor en condiciones significativamente adversas desde el punto de vista de los recursos humanos, materiales y financieros con los que cuentan, o más bien no cuentan. Comisarías con secciones de familia con un o una sola policía asignada, con escaso material de escritorio, computadoras y vehículos a los que tienen que dar mantenimiento y arreglar en muchos casos con sus recursos económicos personales, etc, etc. Y sumado a todo esto, un mínimo ofrecimiento por parte de la institución de preparación sobre las problemáticas que deben atender.
Tenemos entonces una institución cuya labor principal es la atención de personas en situaciones difíciles, generalmente vinculadas a las diversas formas de la violencia, cumpliendo estas tareas en condiciones también especialmente difíciles.
Una de las consecuencias de todo esto la conocemos ampliamente y está vinculada al trato que se da a quienes requieren de su apoyo profesional. Este problema ha tomado dimensiones tan grandes que el desánimo y sobre todo la desesperanza de uno y otro lado – ciudadanía y Policía Nacional – es muy grande. Seguramente, como todo problema de envergadura, tiene múltiples causas y requerirá de estrategias complejas y de largo aliento. A nuestro juicio una de las causas más importantes es el Síndrome de Agotamiento Profesional (SAP) definido como “el proceso de agotamiento emocional y físico que se produce en los y las profesionales y otras u otros operadores que atienden personas afectadas por problemáticas graves y de fuerte carga emocional, casi siempre violentas, proceso que es vivido como una demanda excesiva y que afecta el rendimiento laboral y la calidad de atención que ofrecen” (2)
Prevenir este síndrome implica – según quienes lo vienen estudiando desde hace mas de treinta años – establecer estrategias permanentes de prevención durante el tiempo que se trabaje con las problemáticas humanas difíciles. La responsabilidad de estas estrategias debe estar a cargo principalmente de las instituciones. Es decir, trabajar con problemas humanos de alto riesgo y no participar de estrategias de prevención del SAP hará caer indefectiblemente en este cuadro, uno de cuyos síntomas está expresado en su definición: afecta la calidad de atención que se ofrece.
Dos más de las varias razones – parafraseando a Barudy – para que instituciones como la Policía Nacional cuiden permanentemente del SAP a sus equipos humanos son:
– Las personas que han optado por especialidades que implican el tratamiento de problemáticas humanas difíciles tienen una sensibilidad diferenciada que hay que cuidar; y
– La experiencia y capacitación de las y los operadores, es decir, el capital humano desarrollado, implica muchas veces años de inversión para el abordaje de las problemáticas específicas, que no se debe perder.
Sin embargo, y a pesar de todo lo mencionado, CEDAPP quiere dejar constancia que a lo largo de su vida institucional viene trabajando en diferentes espacios con la Policía Nacional del Perú y puede dar cuenta de casos de alto riesgo en que se pudo proteger adecuadamente a niñas abusadas y sus madres gracias a esta institución, o, intervenir situaciones diversas de violencia con resultados favorables o, compartir con personal de diferentes rangos sus preocupaciones por sacar adelante su institución. Así mismo, muchas veces recibimos de ellos y ellas la fuerza y el coraje para continuar en situaciones que se presentaban como perdidas.
Todo ello justifica aún más el cuidado que requieren, que como sabemos redundará además a favor de toda la población y que probablemente requiera más de información y voluntad política que de presupuesto.
Por todo lo dicho y aunque un poco tarde, rendimos nuestro homenaje por su día a la Policía Nacional del Perú.
Leidy Benites Navarro
María Emilia Filomeno
CEDAP