diciembre 4, 2006
La Violencia Contra las Mujeres: Una Ofensa a la Dignidad Humana
La violencia contra las mujeres ha sido calificada por las Naciones Unidas como “el crimen encubierto más numeroso del mundo”. Tal afirmación se hizo en 1980 al celebrarse el quinto año del decenio para las mujeres.
Casi tres décadas después, el estudio mundial sobre la violencia contra los niños y las niñas presentado por el Secretario General de las Naciones Unidas (1) hace algunas semanas señala que
275 millones de niños y niñas son víctimas de violencia doméstica; 140 millones de mujeres y niñas han sido sometidas, hasta hoy, a la mutilación genital según la OMS; 150 millones de mujeres adolescentes tuvieron relaciones sexuales forzosas o sufrieron otras formas de violencia sexual con contacto físico en el 2002, según la ONU.
Al respecto, sostiene David Finkelhor que “la victimización sexual puede ser tan común en nuestras sociedades debido al grado de supremacía masculina que existe. Es una manera en que los hombres, el grupo de calidad dominante, ejerce control sobre las mujeres. Para mantener este control, los hombres necesitan un vehículo por medio del cual la mujer pueda ser castigada, puesta en orden y socializada dentro de una categoría subordinada. La victimización sexual y su amenaza son útiles para mantener intimidada a la mujer. Inevitablemente, el proceso comienza en la infancia con la victimización de la niña” (2).
En este sentido, la comunidad internacional ha reconocido que las mujeres tienen el derecho a una vida libre de violencia y por tanto
Los estados tienen el deber legal de tomar todas las medidas necesarias con la debida diligencia para erradicar la discriminación y la violencia que sufren las mujeres tanto en el ámbito público como en el privado, sea que la violencia provenga de un familiar, un desconocido o un funcionario del estado. La no actuación u omisión de los funcionarios del gobierno implica también la responsabilidad internacional del estado, aunque la violencia provenga de particulares.
Es preciso un cambio de actitud y modificar comportamientos violentos haciendo realidad el compromiso político adquirido por el estado peruano ante la comunidad internacional al haber suscrito y ratificado múltiples tratados internacionales de derechos humanos y en particular la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer “Convención de Belem do Para”, la misma que declara que
“la violencia contra la mujer es una ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres”.
María Isabel Rosas Ballinas (3)
Especialista Invitada
CEDAPP