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Violencia Sexual contra Niños y Niñas

febrero 15, 2007

Violencia Sexual contra Niños y Niñas
Las dificultades de padres y madres para pedir ayuda

De las varias líneas de acción con las que cuenta el proyecto Atención y Prevención de la Violencia Sexual Contra Niñas, Niños y Adolescentes: Abordaje Terapéutico y en Red (1), el servicio gratuito de atención psicológica en las comunidades es la línea medular. En él se reciben semanalmente una diversidad de casos, marcados por un sinnúmero de problemáticas que, en su mayoría, se relacionan con la pobreza, la violencia y la exclusión. De este conjunto, el servicio ofrece a aquellos niños, niñas o adolescentes víctimas de violencia sexual y a sus familiares un apoyo psicoterapéutico personalizado, sin dejar de ofrecer consejería y derivación adecuada a los casos que no se encuentren dentro de esta problemática.  

De la sistematización de los datos obtenidos sería posible formular una serie de reflexiones. En esta ocasión hemos querido poner sobre el tapete un fenómeno que se muestra común no sólo en este proyecto sino también en la estadística a nivel mundial: la demora en la búsqueda de ayuda por parte de los padres y madres o las personas responsables de las niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual.

Esta situación es sumamente grave, pues al postergar la revelación del suceso se posterga también la posibilidad de una intervención terapéutica, legal y social, lo que no hace más que sumar severas consecuencias para la víctima.

A pesar que los síntomas estén presentes y los padres y madres intuyan o conozcan la situación de abuso, son muy pocos los que deciden afrontar el problema. La mayoría esperará a que su hijo o hija lo revele oralmente, cosa que es probable que suceda en edades posteriores al episodio de abuso, y, muchas veces, ni aún así tomarán en cuenta su testimonio.

De acuerdo a la información recogida en nuestra casuística este problema es sostenido y mantenido por tres razones esencialmente. En primer lugar, se evidencia en estos padres y madres una percepción distorsionada de las características de la infancia. Existe en ellos la creencia de que los niños y las niñas fantasean o distorsionan la realidad, por lo que no hay que creerles demasiado. Igualmente se piensa que no son capaces de expresar aquello que les gusta o les disgusta, lo que les molesta o les atemoriza, y que si lo hacen es con motivo de algún capricho o engreimiento.

A esto se suma el difundido mito de que bebés o niñas y niños muy pequeños no se dan cuenta o seguramente se olvidarán de la situación de abuso vivida, por lo que no habrá una real repercusión en su desarrollo. Lo que estos padres y madres ignoran es que muchas veces los efectos de situaciones tan desequilibrantes como la violencia sexual no son evidentes hasta la pubertad, pero no por ello dejan de marcar el psiquismo de sus víctimas durante su desarrollo.

Otra de las razones por las cuales no se afronta un episodio de violencia sexual es por la cualidad interpeladora que posee para un padre o una madre. Y es que un suceso de estas características deja al descubierto una negligencia, y cuestiona así, la propia posición paterna o materna como figura de protección y cuidado. Por ello, se concluye como preferible no encarar el problema antes de verse cara a cara con el fracaso en el rol parental. Es así, que durante las sesiones terapéuticas con los familiares de las víctimas ha sido común observar un conflicto entre el ideal paterno o materno y el comportamiento actual de estos padres y madres.

En la misma línea se encuentra la tercera de las razones: la repetición transgeneracional. Muchas madres o padres de las víctimas de la violencia sexual han sido, a su vez, víctimas de una violencia similar o un maltrato severo durante su infancia, por lo que la repetición del hecho, ahora en sus hijos o hijas, los confronta con su propia experiencia traumática, removiendo recuerdos dolorosos e, incluso, los lleva a un cuestionamiento del papel que sus propios padres desempeñaron en aquello que les ocurrió.

Por todo lo dicho, consideramos indispensable para el abordaje de estos casos un plan terapéutico simultáneo, tanto con las víctimas como con los familiares a cargo de su cuidado; un trabajo con los padres y las madres centrado justamente en las dificultades que les genera el asumir la situación de abuso vivida por su hija o hijo. A su vez, es necesario apuntar a fortalecer el rol protector y de cuidado, pero sin dejar de indagar en aquellos elementos que interpelan al paciente en su propio lugar como sujeto, separado de su hijo o hija.

Javier G. Urbina Languasco
Psicólogo Voluntario
Proyecto Atención y Prevención de la
Violencia Sexual Contra Niñas, Niños y
Adolescentes: Abordaje Terapéutico y en Red

CEDAPP

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