octubre 10, 2006
«De ahí pensamos que el mundo interno, aún mudo en muchas circunstancias, es un “ puquio” lleno de vida y posibilidades aún no exploradas”. (1)
En homenaje a María Ángela Cánepa
A partir del año 1992, todos los 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental y desde el año 1993, todos los 17 de este mismo mes, el Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza. Este año 2006, la campaña promovida por la Federación Mundial de la Salud Mental – WFMH está dirigida a sensibilizar y educar a la opinión pública acerca de cómo reducir el riesgo de suicidio, realizando una adecuada prevención, detección de las enfermedades mentales y tratamiento.
CEDAPP, desde hace varios años se aúna a estas celebraciones porque considera la salud mental como un derecho humano y como una dimensión esencial para el desarrollo integral de las personas y de la superación de las pobrezas. Creemos que no hay superación sostenible de éstas sin salud mental.
Trabajar desde estas perspectivas viene siendo, desde hace 30 años de vida institucional, nuestro objetivo fundamental. CEDAPP tiene como misión, fortalecer los recursos psicológicos de niñas, niños y adolescentes, así como los de sus grupos de soporte, como son la familia, la escuela y otros entornos de la comunidad, favoreciendo los procesos de “subjetivación”.
Estos procesos suponen todo aquello que se requiere para construir al sujeto, a la persona humana plena. Es decir, todos los cuidados que favorezcan el desarrollo de una adecuada autoestima, identidad e integración psíquica. El afecto, los límites adecuados, la función adulta de ayudar a procesar las experiencias, de ayudar a pensar integrando las vivencias, son características que se dan en el marco de vínculos humanos adecuados, respetuosos de los derechos de cada quien, que reconozcan al otro como un sujeto distinto con quien se puede interactuar con equidad.
En esta tarea, nuestro aporte fundamental está en la infancia, sin por ello dejar de reconocer que las personas siguen desarrollándose y cambiando a lo largo de toda su vida. Sin embargo, las bases, los cimientos, los modelos esenciales de vínculo, se empiezan a construir aún desde antes de la concepción, pues tienen que ver con el deseo de una o un futuro bebé, con las expectativas y cargas afectivas que se colocan en ese nuevo ser.
Acabamos de participar en el XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis “El legado de Freud a 150 años de su nacimiento”, organizado por la Federación Psicoanalítica de América Latina – FEPAL y hemos sido testigos de la importancia creciente que tiene la mirada integral para comprender mejor al ser humano (desde lo social, lo histórico, lo psíquico, lo neurológico…). Y, en ese contexto han destacado una gran cantidad de presentaciones realizadas sobre infancia y adolescencia; ponencias más teóricas o más clínicas, buscando entender y ayudar a tantos niños, niñas y adolescentes que están creciendo aún en contextos adversos.
En esta lucha por la salud mental y por la erradicación de la pobreza se encontraba también nuestra colega y gran amiga, María Ángela Cánepa cuando la muerte la sorprendió hace pocos días. Estamos de duelo por esta pérdida pero a la vez, recapitulando aquello que aprendimos de ella. Son muchas cosas pero queremos destacar algunas. La primera fue su amistad, su interés en saber cómo estaban sus amigas… para alegrarse y apoyarnos o también para decirnos con cruda franqueza sus desacuerdos, ayudándonos a revisar y a pensar.
Así mismo, recordamos su trabajo “de hormiga”, año a año, desde las experiencias de proyección social en la universidad, dándose siempre tiempo, además de su labor clínica, para apoyar a muchos grupos, profesionales y organizaciones de Lima, de Cuzco, de Ayacucho, de Puno y de muchos otros lugares. Un apoyo dirigido a ayudarlos a pensar, a potenciar sus capacidades, a revisar sus prácticas, a analizar sus conflictos, promoviendo en las personas una mayor claridad sobre sus opciones y sus compromisos. Destacan dos ámbitos especiales: su trabajo vinculado a los derechos humanos y a los y las jóvenes.
Le faltaba un año para terminar su formación como psicoanalista, proceso en el cual, según sus compañeras de formación, venía enriqueciendo su agudeza, su claridad para colocar una mirada especial y lúcida de las cosas. Había ido aprendiendo a integrar muy bien el afecto con el rigor científico. Por eso le rendimos homenaje, a la amiga y a la profesional comprometida con el desarrollo de la salud mental y, de manera especial, con los más pobres de nuestro país; por ambas razones nos va a hacer mucha falta!.
María Julia Oyague Baertl
Asesora Temática
CEDAPP