Cada niño, en su juego, es un poeta que crea su propio mundo.» Sigmund Freud (Médico y Psicoanalista)
“¿Qué podemos hacer en las vacaciones? Podríamos usar la imaginación y descubrir cosas nuevas” Gean Pierre (7 años)
Para pensar en este tema podríamos empezar por preguntarnos qué es lo que pensamos que es útil para los niños y las niñas durante el período de vacaciones escolares.
Podríamos pensar en mantenerlos ocupados o en darle continuidad al aprendizaje académico como el aspecto más importante, en desmedro de otro tipo de experiencias que ciertamente resultan fundamentales para el desarrollo de los seres humanos.
Podríamos pensar que vacacionar, divertirse, distraerse y jugar es una pérdida de tiempo, es sinónimo de vacaciones pero no de utilidad, y nos estaríamos olvidando entonces de la importancia del mundo afectivo, del desarrollo de la autoestima y de la capacidad para relacionarnos con otras personas.
Asimismo, estaríamos dejando de lado que la creatividad es una capacidad inherente a todo ser humano, cuyo desarrollo nos permite adquirir mayores herramientas para adaptarnos y modificar nuestro entorno y que, de acuerdo a Waisburd (1986) (1) este potencial únicamente puede surgir, expresarse y desarrollarse cuando se encuentra un equilibrio entre el crecimiento cognoscitivo-intelectual y el afectivo-emocional.
Al respecto, el pediatra y psicoanalista D. Winicott desarrolló el concepto “espacio transicional” refiriéndose a aquellos momentos/espacios en los que convergen la realidad y la fantasía; el mundo interno y el mundo externo y en los que se hace posible crear y representar. Todos nosotros podemos acceder a este espacio transicional mediante el juego y el arte, por lo cual la actividad lúdica es una actividad fundamental en el desarrollo humano.
Es por ello que el juego, el ocio y las actividades sin fines productivos aparentes, forman parte de nuestra naturaleza. Así, lejos de ser una pérdida de tiempo, el juego ofrece la posibilidad de construir, de cambio y de desarrollo personal y social.
Por ende, no podemos olvidar que para el desarrollo integral de los niños y las niñas, el juego es una actividad fundamental que les permite expresarse, experimentar y aprender de la experiencia, desarrollar sus recursos afectivos y su creatividad.
Sin embargo, en nuestro afán porque los niños y las niñas estén en actividad y no “pierdan su tiempo” podemos convertir el período de vacaciones en una inundación de actividades y talleres que terminen por saturarlos y por ende tengan un efecto contraproducente.
Es por ello que consideramos importante que los niños y las niñas participen de algunas actividades pero también que tengan tiempo para el juego libre y que encuentren en la vacaciones una oportunidad para descubrir y desplegar su potencial para imaginar, crear y construir, muchas veces adormecido y maniatado por las exigencias de nuestro entorno.
En nuestras manos esta permitirles aprovechar esta oportunidad… y, en palabras de Freud, dejar que las y los pequeños poetas, sigan escribiendo.
Marcela Guerrero
Psicóloga Clínica
CEDAPP